Menu
Tour por la Sierra Juárez:
Nuestro mejor
daytrip en Oaxaca
Mi nombre es Antonio, y este es el relato de cómo mi amigo Matteo y yo, dos italianos expatriados, nos encontramos explorando la fascinante sierra norte de Oaxaca, una experiencia que no sólo cambió nuestras vidas, sino que se convirtió en la anécdota favorita de todas nuestras reuniones en Milán.
Matteo y yo trabajábamos en el Corredor Interoceánico de Oaxaca, y aunque amábamos las playas, decidimos darnos una escapada a la Sierra Juárez. Fue así como descubrimos Grillotours, una agencia de viajes cuyos tours prometían una experiencia inolvidable. Hasta el día de hoy, aseguramos que fue la mejor decisión que tomamos.
Empezamos nuestro viaje a las 8:00 am, partiendo del Centro histórico de Oaxaca. El camino hacia la Sierra Norte de Oaxaca es pintoresco y lleno de encanto. Después de unas horas, paramos en un pequeño restaurante donde desayunamos deliciosa comida tradicional oaxaqueña. Ahí conocimos a una pareja encantadora de ancianos que nos contaron historias sobre la “sierra Oaxaca”, como solían llamarla. Nos dejaron con una frase: “La Sierra tiene un secreto. Descúbranlo”.
Llegamos a Cuajimoloyas, un pequeño poblado a más de 3,200 metros sobre el nivel del mar. Primero visitamos un taller de Tapetes de Lana en Teotitlán del Valle. La dedicación de los artesanos y la belleza de su trabajo nos dejaron sin palabras.
Luego, guiados por el espíritu de aventura, decidimos lanzarnos de la tirolesa, considerada la más grande de Oaxaca, con más de un kilómetro de distancia. “Cuajimoloyas Oaxaca Tirolesa”, repetíamos en tono de broma, tratando de calmar nuestros nervios. La adrenalina nos invadió al lanzarnos, y las vistas panorámicas nos dejaron boquiabiertos. No hay palabras que describan la belleza del lugar.
Terminamos nuestro día con una caminata por el Puente Colgante, admirando la zona boscosa de Cuajimoloyas. Ahí entendimos lo que la pareja de ancianos nos dijo en la mañana. El secreto de la Sierra no era algo tangible, era la sensación de paz, la conexión con la naturaleza y la humildad de su gente.
Matteo y yo reímos a carcajadas al recordar cómo la comida picante nos hizo llorar, cómo confundimos un madroño con una manzanita y cómo la tirolesa nos hizo gritar como niños.
Con el corazón lleno de gratitud y las mejillas doloridas de tanto reír, nos despedimos de la Sierra Norte de Oaxaca. La experiencia fue un baile con la belleza, la risa y la autenticidad que sólo se encuentra en los recorridos de Grillotours. Ahora, cuando alguien nos pregunta qué hacer en Oaxaca, sólo sonreímos y decimos: “Vayan a la Sierra, hay un secreto esperando ser descubierto”.
acompáñanos
