Tour por Santiago Apoala

El recorrido que sano mi alma

“En el corazón de Oaxaca, me encontré conmigo misma en una excursión de un día a Santiago Apoala, un remanso de paz en la vasta Mixteca. Soy Marie, una madre soltera de dos chicos bulliciosos, Clément y Adrien. En el despertar del Covid, la muerte se llevó a mi amado esposo, sumiéndome en un dolor abismal.

Los mercados tradicionales de Oaxaca, un espectáculo de colores, olores y sonidos, fueron nuestra primera parada. Allí, Clément hizo una travesura; se tropezó con una vieja señora, haciendo volar un chile de Árbol que aterrizó justo en su boca. Entre las risas de la multitud, incluso Adrien, el normalmente reservado, no pudo evitar reírse a carcajadas.

Empezó nuestra travesía hacia Apoala, un guía local de nombre Lucas nos condujo a través de los senderos de Santiago Apoala. La naturaleza parecía consolarnos a su manera, envolviéndonos en un abrazo verde y refrescante. En cada paso, en cada respiración, sentía como las cicatrices de mi corazón empezaban a sanar.

Descubrimos las peñas gemelas, dos enormes rocas que resguardaban la entrada a un río deslumbrante. Fue aquí donde Lucas reveló un secreto ancestral de la cultura de Santiago Apoala. Contó que los antiguos habitantes creían que estas rocas eran los guardianes de la aldea, y que un hilo invisible conectaba su energía con la de la cascada.

La visita a la cascada fue un espectáculo de la naturaleza que nos dejó sin aliento. Al escuchar el sonido del agua golpeando las rocas, me di cuenta de que este lugar era más que un simple destino turístico, era un santuario de bienestar.

El turismo de aventura en Santiago Apoala nos llevó a las pozas de agua fresca, donde los chicos se zambulleron y jugaron. En sus risas y chapoteos, vi la esencia de la vida, el regalo de la alegría que mi marido siempre deseó para ellos.

El REgreso

Regresamos al pueblo con apetitos voraces, y degustamos la comida de Santiago Apoala. En un puesto de la esquina, descubrimos los tlayoyos, una delicia local. Y para honrar a mi esposo, un amante del mezcal, probé la bebida local, su sabor ahumado y la calidez en mi garganta me trajeron recuerdos dulces y agridulces.

El sol empezó a despedirse, y nuestra jornada de ecoturismo en Santiago Apoala llegó a su fin. No solo descubrimos las maravillas de esta región, también descubrimos que el amor y la vida continúan incluso en los momentos más oscuros. Mi corazón, que una vez estuvo roto, encontró consuelo en este paraíso.

Ahora, de vuelta en casa, siento la llamada de Santiago Apoala, y sé que debemos volver. Para todos aquellos que buscan una experiencia inolvidable, una mezcla de aventura, risas y sanación, les recomendaría tomar un tour con Grillotours. Es más que un viaje, es un bálsamo para el alma, un abrazo que la naturaleza te ofrece y una carcajada que te devuelve la vida.”

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